jueves, 26 de diciembre de 2013

Capítulo 8: Cry.

Agarraron mis muñecas sin delicadeza alguna y segundos después, mi vestido estaba a un lado de mi cuerpo, frío y doloroso, cubierto de barro. Los soldados desnudos se hicieron a mi alrededor, haciéndome un corro, dejándome a mi en medio, temerosa, con mi alma llena a rebosar de terror y temblando como una hoja. 

****: Vamos a ver...-dijo uno de los soldados, agachándose hasta quedar a mi altura- que tenemos por aquí...-suspiró mirando mi sucio cuerpo y llevo una de sus manos a uno de mis pechos, y masajeó mientras mordía su labio inferior y respiraba profundamente- 

Mi cabeza estaba cabizbaja, mirando a un pilón de piedras posadas estrategicamente para apedrear cuando tuvieran oportunidad.  Levanté levemente la vista y vi a uno de los soldados como se masturbaba mientras miraba la escena. Este se agachó y tocó con brusquedad mi vagina, poco a poco, todos los soldados se iban agachando y me toqueteaban sin parar, de mi ojo derecho se escapó una pequeña lágrima y ese nudo en la garganta, que ahora es algo muy común en mi, volvió a aparecer. Uno de ellos se tiró encima de mi, haciendo que me cayera de espaldas al suelo, mi columna se estremeció por el dolor del golpe, y el infierno comenzó. Unas embestidas brutales se apoderaban de mi. Dolor. Era lo único que sentían mis músculos en estos instantes. Mi pelvis tenía pequeñas convulsiones por el dolor generado en tan poco tiempo. Esos hijos de puta, se habían apoderado de lo más preciado, de mi virginidad. Después de que terminará dentro de mi, otro se hizo conmigo, y hasta que terminaron, me parecía que ese infierno, había durado décadas. 

Se vistieron rápidamente y me tiraron un traje como el que le habían dado a Harry, uno parecido a un pijama a rayas azul oscuro y blanco, pero este, sin el gorrito, se llevaron mi vestido y mientras se abrochaban las braguetas y marchaban, se reían reconfortados. 
Me vestí apresuradamente y a lo lejos vi acercarse a Jefferson. 

Jefferson: ¿Qué?-dijo cuándo ya estaba en frente de mi- ¿lo disfrutaste?-negué cabizbaja, llorando en silencio- 

Y sin decir ninguna palabra, agarró mi brazo fuertemente y a base de tirones, me llevó a otra parte del Campo de Concentración, en esta, solo había mujeres. 
Unas estaban medio desnudas, otras, haciendo trabajos forzados, otras, estaban siendo violadas y maltratadas a los ojos de todo ser que pasaba por allí, mis ojos se posaron en una pequeña niña morena, tenía un ojo azul y otro lo tenía color miel, estaba extremamente delgada, no tenía más de seis años y ya tenía anorexia, mi corazón se encogió más cuando uno de los soldados que pasaban por su lado, la abofeteó hasta dejarla tirada en el suelo. 
Unas ganas enormes me invadieron, unas ganas de correr hacia ella y abrazarla fuertemente, protegerla de todo y de todos. 
Llegamos a una pequeña caseta de madera mal hecha, sin ventanas, llena de heces a su alrededor. 

Jefferson: Bienvenida a tu nuevo hogar-dijo con una voz tintineante- que disfrutes tu estancia aquí. 

Y sin decir más, se dio media vuelta, y se fue a paso firme. Entre cuidadosamente dentro de la caseta, y mis ojos se abrieron de par en par. 
Una gran pesa larga ocupaba gran parte de la caseta, y las mujeres dormían en unas incomodas tablas de madera puestas como literas, amontonadas, tres en una misma madera, y la madera no es que fuera enorme, es como una cama individual. Al fondo podía escuchar lamentos, rezos y llantos. 

                         (algo así)

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