En menos de veinte minutos, el camión se detuvo, Harry y yo nos quedamos estáticos, respirando suavemente para que podamos escuchar lo que pasaba fuera.
Pasos, se escuchaban pasos y risas de varios hombres, cada vez más cerca, se acercaban a nosotros.
Harry me regaló su última sonrisa, sin vida, sin alma, triste y un ''te quiero, mi ángel'' se escapó fugaz de sus hermosos labios finos y rosados. No le pude responder, apenas podía pestañear, me costaba respirar, y mis ganas de llorar invadieron mi cuerpo, un nudo se fue formando poco a poco en mi garganta, no podía llorar, no delante de Harry, él era fuerte por mí, y yo lo debía ser por él.
No me importa nada más, sólo él.
A los segundos, la tela que cubría todo el camión se echó a un lado por los soldados. Eran tres, y él único que conocía era a Jefferson.
Jefferson: Llevad al muchacho a la visita al médico, y a que le den el uniforme reglamentario-dijo frío como un tempano- que le acompañe la chica-dirigió su asquerosa mirada a mi cuerpo y se relamió los labios haciendo que mi estómago se revolviera-
Nos bajaron a Harry y a mi de mala manera, entre empujones e insultos como ''judíos de mierda'' o ''escoria del país'', y tenía la sensación, de que eso, no era nada comparado con lo que nos esperaba.
Harry intentó tomarme de la mano, pero al rozar su mano con la mía, recibió un puñetazo en la espalda, y nada más recibirlo, soltó un gemido de dolor, no podía dejar de mirarle, su cabeza baja y sus ojos tristes y sin expresión, su boca y nariz estaban llenas de sangre seca, y cada vez, estaba más pálido.
Empezamos a entrar en los dichos Campos de Concentración, y creo que era la parte de los hombres, estaba llenos de estos, con unos uniformes algo extraños, eran, como un pijama a rayas azules y blancas junto con un pequeño gorrito a juego, en la camisa, arriba en el lado izquierdo, llevaban una especie de número de serie, y los hombres iban todos descalzos, llenos de barro y excrementos, estaban esqueléticos por la falta de nutrición y les obligaban a hacer trabajos forzados como construir cámaras de gas, que ellos serían, los que acabarían dentro, muertos.
Y a mis ojos, apareció la imagen de un niño siendo violado delante del que debía ser su padre, estaban en medio del campo, nadie miraba, parecían muertos en vida, el padre no hacia más de pedir por su hijo, y pedir que fuera él mismo el que sufriera eso, y cada vez que el hombre abría la boca, se llevaba una pequeña paliza, y el niño no hacia más que llorar, no decía palabra, solo, lloraba. Dejé de mirar esa terrible escena con lágrimas en mis ojos, seguimos andando y mi mirada se dirigió hacia Harry, seguía igual, cabizbajo, y parecía que fuera un zombie, no quiero que acabe como estos hombres, no quiero que le peguen palizas cada dos por tres, no quiero que no coma...
Llegamos a un edificio gris, con pequeños ventanales y puertas blindadas de acero. Jefferson nos adelantó y tocó tres veces la puerta. A los segundos un hombre algo mayor apareció en la puerta vestido con un traje y una bata blanca de médico.
****: Adelante, soldado Jefferson-dijo el hombre con voz suave y cínica-
Jefferson: Doctor Aigner-dijo seco y borde- vengo a que le haga las pruebas a un nuevo chico judío-dijo refiriéndose a Harry-
Dr. Aigner: Más escoria-rió cínicamente- adelante, adelante-dejó paso para que pasaran todos y paró y se puso enfrente de mi cuando estaba apunto de pasar- ¡Jefferson! no puede haber mujeres aquí-dijo en un grito terrorífico con su mirada fría clavada en mis ojos negros-
Jefferson: Déjala pasar-dijo volviendo a la puerta- después nos cobrara una grata recompensa para ver como su amiguito estará ''sano y salvo''-dijo haciendo comillas con sus dedos en las dos últimas palabras para luego reír-
Me dejó paso a regañadientes y le seguimos por unos pasillos grises y sin vida alguna, con poca luz y a penas limpieza, hasta llegar a la última puerta de uno de los pasillos, yo miraba a todos los lados, curiosa, no sabía que hacer, estaba presa del horror.
Entramos en dicha puerta y en ella habían varios aparatos médicos, supongo que para ver como estaba de salud el preso.
Dr. Aigner: Bien, ¿cómo te llamas muchacho?-dijo sentándose en su butaca de cuero-
Harry: Harry Styles, señor-dijo cabizbajo y casi en un susurro-
Dr. Aigner: Ajá, ¿y cuantos años tienes?-dijo apuntando toda información que le iba dando Harry en un folio con una pluma negra-
Harry: Diecinueve, señor-dijo de la misma manera que antes-
Dr. Aigner: Bien, Harry, quítate la camiseta, vamos a pasar a hacer las pruebas de salud-dijo cambiando de folio- ¿fumas?-Harry negó con la cabeza seguro- bien, ¿bebes algún tipo de alcohol?-Harry volvió a negar con la cabeza, de nuevo, seguro- muy bien, ¿haces deporte?-Harry asintió con la cabeza acompañado de un ''siempre que puedo, señor''- bien, ahora, por favor, acompáñame sin camiseta-dijo mientras se levantaba-
Harry se quitó la camiseta con toda la facilidad del mundo, como si no estuviera yo presente, aun que, no dirigió ninguna mirada hacia mi. Siguió al doctor hasta una especie de bascula.
Me dediqué a admirar el torso desnudo de Harry. Era perfecto, limpio, blanco y con unos músculos bien desarrollados, tenía la espalda ancha, perfectamente marcada y unos brazos fuertes y anchos. Me quedé embobada, era la primera vez que veía su cuerpo, y lo tenía que hacer en estas circunstancias.
Dr. Aigner: Este muchacho está más sano que muchos de vosotros, soldados-dijo dirigiéndose de nuevo hacia su mesa de madera-
Jefferson: ¿Cree que valdrá para los trabajos?-dijo con una voz divertida-
Dr. Aigner: Con la porquería de alimentación que dais aquí no aguantará más de una semana con toda su energía-dijo mirando seriamente hacia Jefferson-
Jefferson: Es lo que hay, señor-dijo alzando un poco la voz- si se enterara el comandante Horan...
Dr. Aigner: ¡Tonterías!, ese soldado es un trozo de pan-dijo levantándose agitadamente de la mesa-
Jefferson: ¡Aigner!, este muchacho no será menos-dijo gritando, haciendo que pegara un pequeño bote- y si sigues incordiando, deberás asistir al despacho del señor Hitler-dijo con una media sonrisa en la cara-
Dr. Aigner: Jefferson-dijo sentándose de nuevo en su silla, mucho más relajado, vaya, si que impone el apellido ''Hitler''- llame a Horan, y hable con él-dijo serio-
Y como si Niall Horan lo hubiera escuchado, entró por la puerta. Estaba guapísimo. Era mucho más alto que yo, de la misma estatura que Harry o quizá un poco menos, estaba algo más rubio y sus ojos mucho más azules, pero su semblante era serio y no había rastro de su sonrisa maravillosa y sincera.
Niall: ¿¡Qué escándalo es este!?-dijo entrando algo furioso por la puerta-
Jefferson: ¡Señor, sí, señor!-dijo saludando con la típica pose militar- debo hablar sobre un tema con usted-dijo mirando hacia la nada-
Niall dirigió una fugaz mirada hacia Harry y su semblante cambió completamente al de uno preocupado y luego sus azules ojos, se posaron en mi.
Niall: Habla, soldado-dijo volviendo a su antigua posición seria-
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