Jefferson: Hemos capturado un nuevo preso judío-se explicó con algo de nerviosismo en su voz- y el doctor Aigner le ha hecho las pruebas médicas y señor, según el doctor, este muchacho seria un buen punto a nuestro favor.
Niall: ¿Y qué quiere decir con eso, soldado?-dijo seco y firme-
Jefferson: El doctor Aigner a sugerido darle una alimentación básica para poder tener su mano de obra-dijo mientras miraba a la nada-
Niall: Su mano de obra la tendremos igual-dirigió su mirada hacia mi, algo preocupada y con pena- ese judío no será más o menos que los demás, ¡sigue siendo escoria!-dijo lo último en un grito-
Jefferson: Pero.. pero señor-se intentó quejar-
Niall: ¡Pero nada!-gritó callando a Jefferson- ahora, dale su atuendo al preso y llévate a esa asquerosa de mi vista-dijo refiriéndose a mi-
Jefferson: Si señor-salió de la visión de Niall-
Jefferson se dirigía hacia uno de los armarios del fondo de la habitación el doctor Aigner miraba sus papeles callado y en silencio, Harry ni se inmutaba, miraba hacia la mesa sin pestañear. Y justo cuando mi mirada coincide con la de Niall, éste me guiña un ojo, y después se va sin decir nada dando un pequeño portazo.
Jefferson: Ponte esto-dijo haciendo entrega de el uniforme a Harry- y tú-me señaló a mi- vendrás a mi habitación, ahora.
Harry levantó la mirada, iba ha abrir la boca para decir algo, pero en ese instante el puñetazo de Jefferson aterrizó en su mejilla, haciendo que su cara girase dramáticamente hacia mi. Con sus ojos cerrados, volvió la cabeza hacia delante, los volvió ha abrir, y se empezó ha vestir sin decir nada.
Sin dejarme rechistar, Jefferson agarró bruscamente mi brazo y entre empujones me llevó afuera de el edificio gris, andamos por el medio del campo.
Intentaba no mirar a nadie, miraba fijamente mis zapatos, y de fondo, lo único que podía escuchar, eran sollozos, golpes y suplicas. Jefferson me iba acariciando el brazo lentamente, y me daban pequeños escalofríos, sabia perfectamente lo que me tocaba ahora, y mi cuerpo, era pura mezcla de terror y asco.
Me tropecé con un gran pedrusco haciendo que cayera al suelo y me llenara de barro, cerré los ojos fuertemente y a mi alrededor, lo único que escuchaba eran risas y bromas con mi caída.
Escuché pasos acercarse hacia mi, y cuando ya sentía que había más de una persona a mi alrededor, los dichos soldados, empezaron a patearme todo el cuerpo, sentí como un gran moretón se iba formando en mis costillas, seguía con los ojos cerrados, rápidamente, me cubrí con mis brazos la cabeza, y de mi ojo derecho, salió una lágrima fugaz, un fuerte pie me pateó la cabeza, y retumbó por ésta. A mis oídos llegaban varios insultos como ''hija de puta'', ''muérete, judía de mierda'', ''te mereces todo esto, por judía''.
Jefferson: Chicos, chicos-dijo entre risas- por favor, dejadla ya, tiene que hacer un trabajo, y aún debe tener algunas fuerzas.
Rápidamente, entre carcajadas, los soldados se apartaron, y Jefferson me agarró bruscamente de mi brazo, abrí de nuevo los ojos, y de nuevo, dirigí mi vista hacia el suelo. Apenas podía caminar, tenía adolorido todo el cuerpo, sentía como mi costillar se rompería en cualquier momento.
Jefferson: Espera-rió- ¿por qué hacerlo a escondidas?-dijo parándose en seco- hagamoslo aquí, y demos envidia a todos los que pasen por aquí. Vamos, ponte de rodillas, pequeña.
Pequeña, así me llamaba Harry, se empezó a hacer visible un pequeño nudo en la garganta que iba creciendo cada vez más. Necesitaba a Harry, ahora, más que nunca.
Ese cerdo me obligó a ponerme de rodillas, e intentando llamar la atención de todos entre abucheos y gritos, se bajó sus pantalones y calzones dejando a la vista su ''pene'' si a eso se le podía llamar así, porque la verdad nunca he visto uno, pero creo que este... no es el tamaño estándar.
Jefferson: Vamos-dijo empezando ha acariciarse su ''pene''- ¿a qué esperas?
Tú: No pienso hacerlo-dije mirando hacia mi derecha-
Jefferson: ¿Perdón?-dijo agachándose y acercando su oído a mi boca- ¿he escuchado bien?
Tú: No quiero hacerlo-repetí-
Jefferson: Bien-dijo mientras se subía los pantalones- ¡chicos!-gritó hacia todos los lados-
Rápidamente un montón de soldados se pusieron en fila, uno junto a otro.
Jefferson: Violadla-dijo seco y dirigiéndose hacia otro lado-
Entre risas y abucheos, los soldados, se desnudaron dejando a la vista sus cuerpos.
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