Y allí estaba yo, escondida de toda persona que estuviera de parte de Adolf Hitler, persona que mandó matar a mi familia, junto a tantas familias judías, cada vez que recuerdo esa escena, mi cuerpo tiembla y mis ojos empiezan a humedecerse, fue hace una semana, dormía plácidamente, en mi habitación, junto a mi hermana pequeña, cuando unos fuertes brazos me despiertan de mala manera, y me encuentro con tres hombres de uniforme, apuntando a toda mi familia, les torturaron hasta la muerte, delante de mí, de mis propios ojos, vi morir a mi hermana de tan solo cinco años desangrada, poco a poco le iban cortando los dedos, disfrutando de esa tortura, los nazis reían como locos y me obligaban a seguir mirando con un arma apuntándome en la sien.
Yo era la siguiente, después de la mayor tortura jamás vista, me tocaba a mí. Escapé. Mientras estaban distraídos con Dios sabe qué, escapé, me escondí en la buhardilla escondite de Harry y mío, mi mejor amigo, mi amor desde hace años, quien ahora estaba dormido a mi lado, seguíamos allí, en la buhardilla, desde hace tres días, sin apenas comida, ni agua, nadie se atrevía a salir de allí, sabíamos que corríamos peligro de que nada más salir, nos atrapasen y nos llevasen a un campo de concentración.
No podía dejar de mirarle, Harry, él era el único que lograba sacarme una sonrisa, quien lograba mantenerme en pie y seguir adelante día tras día, yo, con apenas 17 años, si no fuera con él, ya estaría muerta, o algo mucho peor...
Nunca he tenido el suficiente valor para decirle a Harry que le amo, que estoy enamorada de su sonrisa, de sus ojos, de sus hoyuelos, de sus grandes manos, de su perfecto cuerpo, que aunque no se lo haya visto, sé que es perfecto, de su diferencia, él no es un machista, él no es como los hombres de hoy en día, no me trata como si fuera inferior a él, sino qué, todo lo contrario, me trata como si fuera alguien superior a él, como una clase de Diosa, y esa es una de las tantas cosas por las que me enamoré de él.
Harry: ¿Qué te pasa, pequeña?-decía mientras se frotaba los ojos y se levantaba lentamente-
Tú: Nada, tan solo...-suspiré- pensaba.
Harry: En mí-rió-
Tú: ¡No!-mentí- que ego más grande tienes-reí-
Harry: No solo eso lo tengo grande-me miró con una sonrisa pervertida-
Tú: Oh, por Dios Hazza-reí- eres increíble.
Harry: Lo sé-dijo con su gran ego- ¿tienes hambre?-en ese ocasionado momento, mi estómago dio un gran rugido-
Tú: Creo que sí...-dije mientras me frotaba el estómago-
Harry: Veré que queda en las cajas...-dijo mientras se levantaba y se dirigía a una de las pequeñas cajas que había a nuestro al rededor- ¡mira!, queda una lata de judías-rió- que irónico.
Tú: Es increíble que hasta en estos momentos tengas sentido del humor-dije con una sonrisa-
Harry: Sin mi sentido del humor, ¿qué haríamos?-dijo sentándose frente a mi y abriendo la lata-
Tú: Creo que yo, moriría de pena-dije mirando hacia la lata- si no me hubieran matado ya...-lo último lo dije en un susurro-
Harry: Eso no pasará jamás-dijo cogiéndome de las manos- jamás dejaré que alguien te haga daño-me apretó más fuerte- te prometí que te sacaría de este infierno, y así lo haré, prometo salvarte. Y ahora, come-dijo acercándome una judía-
Tú: No sé que haría sin ti...-dije acercándome para abrazarle-
Harry: Ni yo sin ti...-me abrazó aun más fuerte- ahora, come.
Comimos la mitad de la lata cada uno, me sentí llena, dado a lo poco que comemos, se me ha cerrado el estómago.
Me agobiaba tanto allí dentro, quería salir, salir de Alemania, miré escondida por un muro por la ventana, y vi que estaba lleno de soldados nazis atrapando a inocentes familias judías, me alejé lentamente de la ventana.
Harry: Creo... creo que tengo un plan para escapar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario