jueves, 26 de junio de 2014
Capítulo 15: I love you.
Rebuscaba entre los montones de paja en busca de un agujero, una trampilla o sitio suficiente para escondernos los tres de los soldados, crueles y despechados soldados. Aniela se había quedado dormida haría una hora, tanta buscar la había dejado agotada, Harry la acostó en el montón de paja y la arropó con su larga chaqueta negra.
Harry: ¡____(tn)!-gritó en un susurro- ven, acércate.
Dejé lo que estaba haciendo y en dos grandes zancadas me acerqué a él. Se encontraba de cuclillas en frente de un pequeño agujero, por él cabía a duras penas el pequeño cuerpo de Aniela.
Harry: Podemos colarnos por aquí y agarrarnos a los tubos del tren-dijo con un brillo en sus ojos- cada vez que entren los soldados ha hacer la revisión.
Tú: Por ahí a duras penas cabe Ani-dije en un susurro, insegura-
Harry: Lo sé, lo sé-suspiró- pero lo puedo hacer algo más grande.
Suspiré sin responder y miré fijamente hacia el agujero. Seria difícil y muy duro agrandarlo. Pero merecería la pena, eso estaba claro. Me senté a la izquierda del agujero observando a Harry, su sudor goteaba de su frente y su espalda estaba empapada, su camisa blanca chorreaba, machacaba su labio inferior con sus dientes, mordisqueaba con fuerza éste, estaba concentrado en el agujero, le daba puñetazos y ponía toda la fuerza posible en éste. Me levanté y caminé dando vueltas por el vagón. Rodeé el pequeño lugar de los animales mirando hacia mis pies, una barra de acero puro choca contra mi dedo meñique haciendo que me retorciera de dolor, ¡Dioses!, prefiero el dolor menstrual. Me agaché y masajeé con cuidado la zona afectada, cuando ya estaba algo más aliviada, agarré la barra, pesaba un quintal, puse todas mis fuerzas y conseguí arrastrarla hasta Harry. Este, al verme, corrió hacia mi y agarró en un rápido movimiento -y sin costarle nada- la barra de acero.
Tú: Es una ayuda para abrir el agujero-dije entre suspiros-
Harry: Sí-inhaló aire- tienes razón.
Harry volvió de nuevo al trabajo. Se mataba por nosotras, por nuestra seguridad. Caminé hacia Ani, que aún se encontraba dormida, y me senté a su lado sin dejar de observar a Harry. Daba fuertes golpes con la barra en el suelo de madera, el cual estaba bastante desgastado, había conseguido romper más de la mitad, las astillas saltaban bastante altas y éste entrecerraba los ojos y fruncía el ceño. Por un momento dejó de hacerlo y apoyó la barra a su lado, y éste apoyó el brazo, mirándome fijamente, en su cara, poco a poco se fue dibujando una sonrisa coqueta, dejó caer la barra a su lado, sin miramiento alguno y en cuatro lentos pasos, se puso de cuclillas delante de mi, a centímetros de mi cara y apoyó su frente sudada contra la mía, sus ojos verdes centelleantes estaban fijos en los míos. Y su nariz jugueteaba con la mía, su gran y firme mano, acariciaba con delicadeza mi cuello. Una sonrisa se escapó de entre sus labios. Y en un abrir y cerrar de ojos, posó sus finos labios en los míos, moviendolos con delicadeza, abriendo y cerrando despacio éstos, mientras su lengua acariciaba de manera que mi cuerpo recibiera corrientes eléctricas.
Harry: Tú me das las fuerzas para seguir, ángel-dijo separándose milímetros de mis labios, jadeante-
Tú: Te amo, Hazza-susurré-
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