domingo, 17 de noviembre de 2013

Capítulo 4: My angel.

Después de la pequeña confesión de Harry, se levantó sin decir nada, y se dirigió junto con su ropa, detrás de las mantas, me senté sobre una caja de cartón algo rota, haciendo tiempo mientras escuchaba el agua removerse o la pastilla de jabón chocar sobre el cuerpo de Harry, recuerdo la primera vez que lo conocí... 

---FLASHBACK---

Bajaba hacia mi portal, con mi nuevo vestido que me había hecho mi madre, quería lucirlo y enseñárselo a Lucy, mi vecina y amiga de la familia desde hace años, para mi, es como una tía, siempre me dice que soy su ojito derecho, creo que eso es algo bueno. 
Iba distraída pensando en que me diría Lucy, cuando tropecé con un niño de mi misma edad, de unos cinco años, tenía el pelo tapando su frente y su nuca, completamente despeinado, tenía unos ojos verdes azulados muy bonitos, me quedé mirándole fijamente y el miró mi vestido, bajé mi mirada y me encontré con todo mi vestido nuevo lleno de barro, me fijé en su ropa, y estaba idénticamente igual, o incluso peor. 

Tú: ¡Ten cuidado!-le chillé haciendo que pegase un pequeño bote- ¡mira lo que has hecho!-volví ha chillar y sus ojos verdes se abrieron de par en par- era mi vestido nuevo...-susurré con los ojos aguados, apunto de echar a llorar- 
****: Lo siento muchísimo-dijo con una dulce voz- de verdad, mi madre te lo lavará, ven-me cogió de la mano y me subió corriendo hacia su casa-

---FIN FLASHBACK---

Después de ese día, seguimos viéndonos, descubrimos nuestra buhardilla y allí pasábamos horas y horas jugando, y desde la primera vez que me cogió de la mano, supe que estaba enamorada de Harry Styles. 

Harry: Hey-dijo pasando mis manos por delante de mi cara- te fuiste a la Luna-sonrió- 
Tú: Más o menos- reí- 
Harry: ¿Lista para salir de aquí?
Tú: Sí...-asentí dudosa-

Harry no dijo más, me tomó de la mano, aportándome esa seguridad que yo necesitaba, abrió la pequeña madera, y pegó un salto hacia el suelo, me extendió las manos, dejé que me tomara de la cintura y me bajó girando en círculos, haciendo que soltara una risita nerviosa, su tacto hacia que mi piel se erizara. 
Me tomó de la mano, de nuevo, y bajamos despacio hacia el portal, delante de la puerta de salida hacia la calle, se escuchaban los gritos de la gente, y las ordenes de los militares. 

Harry: ¿Lista?-dijo con una voz ronca y con un notable nerviosismo- 
Tú: Creo.. que sí-dije nerviosa- Harry-le llamé- no te separes de mi, nunca-le pedí, aun que parecía más, una suplica- 
Harry: Jamás lo haría, no podría, aun que quisiera-me sonrió- 

Abrió despacio la puerta, dejando entrar los rayos de sol, salió el primero, mirando de un lado a otro, pero sin soltarme la mano, salió del todo, tirando un poco de mi, miré de un lado a otro nerviosa, intentando tranquilizarme, porque esos malditos militares, creo que tienen un radar para detectar el miedo, Harry me soltó de la mano, pero sin distanciarse, ya que las muestras de afecto en público, no están muy bien vistas, los militares nos miraban con curiosidad, pero no decían nada, estaban muy ocupados deteniendo a judíos, giramos la calle y nos encontramos con judíos huyendo a toda velocidad, nos pegamos a la pared, dejando paso a estos, justo detrás, iban persiguiéndolos como diez soldados armados, cerré los ojos fuertemente, si nos pillaban sería el fin, Harry acarició levemente mi mano con su pulgar, haciendo que poco a poco abriera mis ojos, -todo saldrá bien, ángel- escuché como susurraba con su voz ronca. 
Ángel, así me llamaba desde que me conoció, no sabía el porqué, pero sus motes no salían de 'ángel' o 'pequeña', y me gustaría saber el porqué de ese mote. 
Volvimos a retomar la marcha, tranquilos, sin mirar a los ojos a nadie, Harry miraba de atrás hacia delante nervioso, supongo que se aseguraba de que no nos siguiera nadie.
Seguimos caminando durante dos horas, no habíamos llamado la atención, todo era silencio entre nosotros, supongo que es más por el nerviosismo que nada. 
A lo lejos se podía ver las puertas de la estación de tren, pero antes de que pudiésemos oler el olor a carbón de los trenes, dos coches con el símbolo nazi se pararon frente nosotros, impidiéndonos el paso.

Y mi corazón, se aceleró a mil por hora, haciendo visible, mis ganas de correr sin parar, pero debía estar quieta, y tranquila, por nuestro bien.